No pude contener las sensaciones
que desencadenaron nuestra historia.
Tú, una dama completa. Yo, la Escoria
Hicimos del amor, anís, lociones.
Los pecados, descritos por los cleros,
se apocan al saberse superados.
La pasión se degusta en los bocados
y se decanta en roces más certeros.
Te descubrí candente y ya dispuesta
a quemar nuestros barcos con delirio.
Ardimos, como pábilo en el cirio,
y comí de tu cuerpo en mesa puesta.
Autor: Jorge de Córdoba
Una dama de día, una fiera de noche, encendiste una hoguera,
ResponderEliminarhagamos derroche...
Así debe de ser.
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