En los montes rozados de la vida
se vertieron las sales liberadas.
Un fuego convulsivo que se esquiva
empapó los contornos de las camas.
Las chispas y las flamas de la pira
sacudieron las curvas y las caras
en los ritmos que buscan se repita
el placer encarnado en tus manzanas.
Vibramos con el brío de los dioses
extrayendo el placer de mil pecados
y catando el sabor de nuevos dones.
Recorrimos tus cumbres en dos pasos
y los besos prendieron dulces soles
que vertieron calor en nuestros prados.
Autor: Jorge de Córdoba
Soneto serventesio en rima asonante
Atabiados tan sólo con los lazos,
ResponderEliminarsentimiento que nos une y nos propone