Quise probar tus frutos más selectos
dentro de los secretos reservados.
Gajos de los naranjos sonrosados
dulces, acidulados, cuasi rectos.
Tienes, en mis motivos, la razón
clara e impertinente del delirio.
Sabes, contrarrestar de mi martirio
todos los arrebatos, corazón.
Pude configurar en tu salina
formas de provocar las convulsiones.
Abres a tus columnas mis fricciones
dando tu renacer que no termina.
Autor: Jorge de Córdoba
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