Acaricio tu piel, silente, a ciegas.
Quiero que los sentidos convulsionen
buscamos que los fuegos solucionen
este insomnio candente que tu niegas.
Un suspiro delata lo que sientes.
Aunque finjas dormir en esta noche
noto la ausencia dulce del reproche
y escucho que respiras entre dientes.
Tus manos que sujetan mi cabello
me guían a senderos perfumados.
Encuentro que tus dulces, ya salados,
provocan un espasmo en tu destello.
Autor: Jorge de Córdoba
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