Se deshace el pudor, en hora buena,
dejando boca arriba tu jugada.
Descubres que tu río siempre suena
con la piedra genuina y empapada.
Aprietas tus labios cuando ya muerdo
tu zona prohibida con cuidado.
Y gritaste de gozo, lo recuerdo,
ofrendando tu cuerpo acalorado.
En claro desafío recogiste
las piernas ofrendando tus deseos.
Tu fuego se dilata y me resiste
invitando mi sal a tus paseos.
Autor: Jorge de Córdoba
No hay comentarios:
Publicar un comentario