Me rehúso a sentirte a cada paso
en cada movimiento de relojes.
Si me embriagué en tu fuente y en tu vaso
me lo callo, no importa que te enojes.
No puedo permitirme esta sonrisa
de bucanero loco y satisfecho.
Es cierto que el rocío de tu brisa
me abrasó los sentidos en el lecho.
Y de pronto escribiste nuestra historia
con tus gotas saladas en perfume.
Me quitaste lo cruento de la escoria
y todo por tu causa se resume.
Autor: Jorge de Córdoba
Triste final para tan apasionados encuentros😔
ResponderEliminarEs que era lunes, Mati...
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