se encuentra la ternura de los cielos.
La Musa, cortejada por los días,
sucumbe a las caricias y los celos.
Mis dedos se entretienen en los hombros
bajando lentamente por sus brazos.
Un roce por sus senos, mis asombros,
y tiene mis sentidos en pedazos.
Un suspiro delata su candor
y protesta fingiendo mucho sueño.
Sin embargo, conduce nuestro ardor
por su secreto, haciéndome su dueño.
Autor: Jorge de Córdoba
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