de los besos nocturnos derramados
en gotas de mi sal en los panales
que florecen, si somos excitados.
Mi musa, mi candente travesura,
la noche no duró lo suficiente
y el deseo no para ni se cura
con una noche tibia o ya caliente.
Posiblemente el fin de la semana
compense las ausencias y se vierta
lo dulce del amor en luz temprana.
Quememos nuestra duna, que despierta.
Autor: Jorge de Córdoba
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