Mis manos reconocen de tu cuerpo la gloria
en los magros temblores que te causa mi brama
por tus llanos se plasma del fuego nuestra historia
reuniendo dulces sales con pericia que inflama.
Buscaste contenerte sin alcanzar tu meta...
lo lamento, mi reina. No pretendo cejar
la intención. La lujuria nunca para o respeta
y pretende que grites y tiembles al mojar
el lecho profanado. Me conoces del todo
y buscas la manera de causar mi delirio.
Lo lamento, traviesa, no tienes forma o modo
de parar los volcanes que forman tu martirio.
Autor: Jorge de Córdoba
...buenoooooo...voy a decir.."lo lamento" Me has dejado sin palabras!!!
ResponderEliminarGran noche!!!
Gran poema
Rara vez uso alejandrinos. Son menos fluidos y exigen respetar los hemistiquios.
EliminarPero la Musa tiene rienda suelta y... ella manda.
Gracias Eli por pasearte entre versares.
Un abrazo.