Subimos tu montaña de mujer
en sutil arrebato que creció.
De pronto, me exigiste enrojecer,
marcando por tu cuerpo que encendió
por fuegos escarlata y torneados.
Buscaste que creciese mi locura
torturando tus labios escaldados
a fuerza de quemarte la cintura
tras dejar que mi palma se estampara
en tus curvas marcadas con mis dientes.
Ahora que sabemos lo que sientes
derramamos la vida por tu cara.
Autor: Jorge de Córdoba
Hola Jorge!!!!
ResponderEliminarEsa Musa viene incendiando el blog!! jajajajja Cada vez mas intenso!!!
ahora sin bromas.. Gran poema de sutileza erotica..bello, bello..
Bonita noche para ambos
Culpa de ella.
EliminarEl equilibro entre el arrebato y lo comedido es muy afilado para no caer del todo hacia uno u otro lado.
El Maestro Eduardo de la Barra, se habría escandalizado... Pero es que las ganas que inspira La Musa, no se deben contener.
Un abrazote.