Insoportable ausencia del descaro
implícito en miradas lujuriosas
que muestran de tus pétalos y rosas
lo sublime y lo oscuro de mi faro.
Horas, minutos parcos de distancia
que distan nuestro encuentro más reciente.
Sin embargo, el pecado aún caliente
reclama tu presencia y su fragancia.
Me declaro culpable por deseos
insaciables por formas conocidas.
Tu candor multiplica nuestras vidas
y causa convulsiones y mareos
La forma que me miras al morder
tus labios de traviesas insaciables
me proporciona filos en los sables
indicando que buscas florecer.
Autor: Jorge de Córdoba
Ir a conocer los infiernos sin dejar de ser un ángel...
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