Me pregunto si puedes perdonar
que robe tus silencios más profanos,
que se tornen en gritos al temblar
las caricias que pides de mis manos.
Tu vestido es el cómplice perfecto
pues oculta intenciones más sublimes.
Tu mano que me tiene tan erecto
ya precede al momento cuando gimes.
En tus ojos el pánico se mece
mientras exhalas fuego convulsivo
la sal entre tus piernas arde y crece,
clamando un movimiento ya explosivo.
Autor: Jorge de Córdoba
Lo imperdonable sería no dejarse llevar, frenar un impulso que quiere estallar, detener el tiempo y ponerse a pensar...
ResponderEliminarExacto. "El fuego es para quemarse... no para verlo arder"
EliminarDigamos que aqui hay muchas sensaciones "sublimes", para quien las siente y para los lectores que llegamos a disfrutar de tus letras.. Maravilloso poema. Besossss Jorge y que siga esa musa haciendo de manera excelente su trabajo inspirador!!! jajajja
ResponderEliminarSiempre tan propia, Eli. Sin Musa no hay poema.
EliminarCelebro tu amable visita y siempre ameno comentario.
Un abrazo desde estos lares.
Cada roce del vestido es el preludio de un goce intenso.
ResponderEliminarIncendio total de sal y fuego!
Exactamente MORE. Conoces el despertar de las ganas.
EliminarEs un deleite verte entre versares.
Un abrazote.