Convertimos los días en momentos
al beber de tus sales perfumadas.
Tus columnas caídas, derribadas,
entregaron tus labios suculentos.
Es tu culpa causar los arrebatos
más urgentes, ligeros y tajantes
causando los instintos anhelantes
destruyendo las copas y los platos
que cayeron al suelo con descuido
ofrendando su espacio a tu cadera.
Encontramos por siempre la manera
de entregarnos haciendo mucho ruido.
Autor: Jorge de Córdoba
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