Si escribo con mis dedos en tu espalda
y dibuja mi lengua los caminos...
Entiendo que el destino todo salda
al probar los candores de tus vinos.
Perdona que mis manos te despierten
y roben de tu sueño los segundos.
Es por esos perfumes que se vierten
al buscar tus suspiros más profundos.
Tus ojos, que me acusan, contradicen
al aliento que escapa de tu boca.
Reclamas que mis ganas se deslicen
reventando mis sales en tu roca.
Autor: Jorge de Córdoba
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