Me enseñaste a tocar el paraíso
de manera gentil y arrebatada.
Dibujaste en tus sales la premura
la pauta y desenlace de tormenta.
Disfrutamos tu fuego sobre el piso
visitando tus cumbres de bajada
al buscar que tu dulce calentura
nos lleve al precipicio y muerte lenta.
Me instruiste y llevaste paso a paso
para subir del todo la cadencia.
Omitimos el grito de advertencia
y llené hasta los bordes todo vaso.
Autor: Jorge de Córdoba
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