Ahora que dibujo con mi glande
por el monte candente de tus ríos
entregas tus jadeos siempre míos...
a fin de cuentas, hago lo que mande.
Acaricio tus bordes escarlata
buscando que liberes la candela
que prendes como el pábilo de vela
y mojas como el mar de dulce plata.
Tu temblor es la guía de mis besos
cuando tomas del agua blanquecina...
Este amor que jamás, jamás termina
nos lleva al paraíso de posesos.
Autor: Jorge de Córdoba
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