No recuerdo tu voz ni tus aromas,
mucho menos tus ojos y cabello.
La memoria en sus curvas y maromas
es un cuaderno limpio, en un destello.
No recuerdo tu piel ni su textura,
ni siquiera la risa compulsiva
aquella que agitaba tu cintura
al mojarla en sudores y saliva.
No recuerdo el sabor de tu marea
ni la curva en tu espalda tan brillante;
ni el brillo de tu dulce y su jalea...
o el tiempo en que llegaste como amante.
Autor: Jorge de Córdoba
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