Los sonidos sutiles, susurrantes y vivos
que acarician el alma sin tocar un cabello,
son gratos y gentiles; tan perfectos y esquivos
que burlan toda calma brotando en un destello.
Despiertan sensaciones que suben del ombligo
quemando la garganta para trucar la voz.
Se tornan ovaciones que brindan dulce abrigo…
el suelo se levanta por un tiempo veloz.
Es como un taconeo que aprieta los pulmones
al sentir que se acerca la Musa de poemas.
Te sacude un mareo por todos los rincones
Y el alma siempre terca le aplaude mil dilemas.
Autor: Jorge de Córdoba
Versos alejandrinos a doble rima
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