Se desliza la tela vaporosa
descubriendo tus cumbres preparadas.
De noche me pareces tan hermosa
exponiendo las frutas ya saladas.
Si caminas descalza estoy perdido
por mucho que pretenda ser discreto.
Es tu aliento y su fuego en el sonido
lo que traspasa puertas de concreto.
Y si muerdes tus labios tentadora...
me tienes sumergido en tus volcanes.
Disfruto contemplar, ayer y ahora
tus dedos ofreciendo dulces panes.
Autor: Jorge de Córdoba
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