Me digo pecador de gran calado;
incitador de vírgenes renuentes
que con pautas y cantos más frecuentes
les muestro la medalla, al otro lado.
Descubre fervorosa sus sentidos
al rozar en sus pétalos mi gusto.
Enrojece de fiebre y santo susto
pero sigue buscando los sonidos
de un suspiro discreto y trepidante
acatando indicaciones profanas.
Mis palabras cual bronce de campanas
provoca que se muestre como amante.
Autor: Jorge de Córdoba
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