Me propongo escuchar lo que no dices;
gritos mudos nacidos de constancia
y empeño al friccionar a tu fragancia
evitando que vueles o deslices.
Tu cuerpo perfumado de mi mar
resiente de mis besos los castigos.
Amantes que antes fueron más que amigos
hoy nos toca vivir en un pecar.
Si se crispan tus manos es mi aviso
y acaricio despacio cuanto tienes.
Sujetas mis cabellos por las sienes
y tiemblas empapando nuestro piso.
Autor: Jorge de Córdoba
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