Tu rojo paraíso ahora expuesto
se yergue jubiloso de deseo.
Lo profano causando tu mareo
y gimes cuando sientes que me acuesto.
Recibes con lujuria y fortaleza
lo que entrego con prontas embestidas.
Jadeas esgrimiendo nuestras vidas
levantando en un grito la cabeza.
La espalda que ya curvas hacia abajo
permite que te queme más profundo.
Tu piel enrojecida, pues le tundo,
es la ofrenda escarlata y a destajo.
Tu manzana que tiembla desbocada
suplica por el bálsamo del mar.
Provocas en mi sal un despertar
ofreciendo del todo nueva entrada.
Autor: Jorge de Córdoba
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