Si pudiese rimar a martillazos
cómo se forman ángeles del arca,
robaría las horas a la parca
fundido con la sal de dulces cazos.
Me declaro culpable del pecado
que sufres al besarnos tantas veces.
En tus mares nadaron nuevos peces
vertidos en tu monte ya rozado.
Bautizamos la celda y sus maderas
con simiente catada por tus dedos.
Conquistamos la luz y sus enredos
hundiendo en tus portales mis esferas.
Autor: Jorge de Córdoba
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