Olvidamos las horas y los días
aprisionando besos de mi sed
con tu cuerpo apretado a la pared
proclamo que tus curvas ya son mías.
Tus brazos estirados donde sea
suplican un deseo libertario.
Descubro que tu flama y mi corsario
anhelan provocarte la marea.
El color de tu rostro iluminado
invita las caricias hacia el sur.
A tu lado la vida es un albur
y resulta un placer desesperado
Autor: Jorge de Córdoba
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