Esculpimos las cuevas de amapola
labrando pictogramas en tu monte.
Subimos a la barca de Caronte...
te enroscaste a mi cuello cual estola.
Tus piernas, enredadas en mis hombros,
ofrendaron la sal de las deidades.
Unimos tu bondad a mis maldades
irguiendo nuestro mundo desde escombros.
Alimentaste todas mis manías
dejando que me hundiera en tu manzana.
Mi lengua dibujó por toda plana
catando del secreto que tenías.
Autor: Jorge de Córdoba
¡Exquisitamente sensual con una no menos bella rima!
ResponderEliminarSaludos desde Contrastes.
Gracias Gustavo Figueroa por leerlo y comentarlo.
EliminarSaludos desde este México.
Toda la sensualidad puesta en la delicadeza de cada verso, con una fotografía que hace juego .. Hermoso Jorge!!!
ResponderEliminarLos detalles... la cadencia... la cordura y la demencia... todo puesto sobre la mesa.
EliminarGracias mil Eli por siempre estar.
Un abrazo.