Tu cuerpo testifica mis palabras
cuando vibra sediento de mis sales.
La cadencia te invita a que nos abras
lo secreto a lo bueno de los males.
Ya respiras despacio y tan profundo
que se encienden las velas de la mesa.
Olvidamos problemas de este mundo
si tu boca me muerde cuando besa.
Aprendimos a darnos como un todo
a verter el veneno transparente
que ya busca en tus curvas acomodo
y demuestra servir en cuerpo y mente.
Autor: Jorge de Córdoba
Un mal necesario e irremediable.
ResponderEliminarPrecisamente, por ello digo: "Cuando el hombre comió del
Eliminar“árbol del conocimiento”
no se vio desnudo;
Se vio libre.
Y fue dios quien tuvo miedo."