Descubres que conozco las esencias
que derrama tu cuerpo al encenderse.
Enrojeces, y puede comprenderse:
soy dueño de tus causas y cadencias.
Por mucho que pretendas ocultarlo
el perfume que viertes es perfecto
como el aceite bíblico y selecto
que puede consumirse por quemarlo.
El rubor que pretendes disfrazar
es nuestro aliado dentro de tus venas;
demuestra que tu sal, a manos llenas,
se licúa sin freno en tu gozar.
Autor: Jorge de Córdoba
Ya lo habías descubierto...
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